31 agosto 2010

Para que el Festival de Viña se "vea de verdad"

Más allá de las fantasías, el Festival debería eliminar el relleno y renunciar a dudosos inventos como el de Anahí. Lo deben saber publicistas y encuestadores, esos que se ganan la vida midiendo las cercanías, la indiferencia o el hastío del público con ciertos nombres y eventos.

Son ellos los que deben conocer mejor que nadie una realidad que es secreto a voces: que el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar es una de las marcas más devaluadas del espectáculo en Chile.
Una cuya sola mención despierta en algunos ese mismo espíritu crítico que duerme durante el resto del año con cualquier número de pacotilla que cruce la cordillera.

Alejandro Sanz, Marco Antonio Solís, Yuri, Noel Schajris (ex Sin Bandera) están confirmados para el certamen y, a no ser que el mundo cambie de órbita o que se encuentre petróleo en las costas de la Ciudad Jardín, se ve difícil que la torpe y majadera fantasía de Madonna y Pink Floyd, el ciego delirio de los opositores activos de este evento, llegue a concretarse.

Pero más allá de las fantasías o las "buenas decisiones" que siempre van a penar con una fiesta que es más pan y circo que otra cosa, el Festival de Viña debería aspirar a algo más sensato: eliminar el relleno y fomentar la exclusividad.


Evitar que los mismos músicos estén tocando un día antes en Santiago y un día después en el Casino de Viña) y renunciar a las cortesías con sellos discográficos que van soportando a vergonzosos inventos como el de la mexicana Anahí.

Durante la última edición festivalera, o a las situaciones coyunturales que hace un par de años permitieron que un personaje como Leonardo Farkas subiera a la tarima.

Para que Viña tenga ese Festival "de verdad".

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