Cuba se adentra de nuevo en la negrura de la crisis. La falta de liquidez, que siempre ha sido la espada de Damocles de la economía cubana, es ahora asfixiante. En los últimos nueve meses el intercambio comercial se redujo un 36%, y de esta caída el 80% corresponde a las importaciones.El desabastecimiento en las tiendas de divisas es general y hay recortes leoninos en el consumo eléctrico para evitar los apagones. Algunas empresas han cerrado. El Gobierno ha comenzado a eliminar subsidios y gratuidades sociales, y se pide a la gente "apretarse el cinturón" porque las restricciones en 2010 serán mayores.
Los llamados al ahorro y a la austeridad son normales y cíclicos en Cuba. Pero esta vez el río parece que lleva piedras. La situación financiera de Cuba es grave. "Muy grave", asegura un economista que no quiere publicidad.
En la calle, los efectos de la crisis son visibles. En los anaqueles de las tiendas de divisas, donde obligatoriamente hay que comprar artículos de primera necesidad (desde el aceite de cocinar al champú), cada vez hay menos cosas, y a precios excesivos para la mayoría. Las mercancías faltan. Y en la misma medida se incrementan las exhortaciones al ahorro, sobre todo de energía eléctrica. Cada empresa y cada provincia tienen un estricto plan de consumo que se revisa a diario. En las tiendas y centros laborales del Estado se prohíbe usar el aire acondicionado durante gran parte de la jornada, y empresas que no aportan divisas a la economía han sido cerradas.
18 noviembre 2009
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