
Los 90 días a los que fue condenada se han convertido en poca cosa y LiLo está dispuesta a rentabilizar al máximo este periodo de encarcelamiento.
Consciente de lo importante que puede ser para su carrera, ha contratado para la salida un equipo de estilistas para que sus primeros pasos en libertad no la pillen desprevenida.
Sabe que los 30 segundos que separan su celda de la calle se convertirán en parte de su currículo. Y quiere estar a la altura.
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