El hotel, instalado en un viejo búnker nuclear subterráneo, es un proyecto de los artistas gemelos Frank y Patrick Riklin. Las habitaciones no tienen ventanas, pero una webcam que proyecta en las paredes imágenes del mundo exterior. A los europeos les cobran entre 6 y 10 euros la noche. Un detalle más: si ocurre una emergencia, la función de búnker de este lugar podrá restablecerse de inmediato, como lo establecen las leyes suizas. Seguro que, en esa circunstancia, cobrarán más.




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