El entierro mostró todas las características de un vía crucis, integrado por parte de los más importantes hombres y mujeres que lideran decenas de organizaciones comunitarias del Norte del país, que por cuestiones de seguridad, sus presencias fueron discretas, pero muy solidarias a los ojos de quienes les conocen.
Este laborioso pueblo arrocero, con el ataúd conteniendo una de sus más apreciadas vidas, volvió a darle un baño de pueblo, como lo hubiese disfrutado Durán, paseándolo por sus calles, al son de canciones del más puro sentir reivindicativo, y también mostrando fotografías gigantes del coronel Fernández Domínguez.
Aunque todo el trayecto del entierro fue de tensión, por la provocadora presencia policial y militar, quienes portaban el ataúd, lo depositaron en la parte frontal del destacamento policial navarretense, que tenía la custodia de casi medio centenar de agentes, destacándose algunos francotiradores.
El joven Rodolfo Payero, frente a la sepultura de su compañero, reclamó justicia, la que solicitó tantas veces Durán, cuando le tocó enterrar a otros comunitarios de esta población.
Hay que apuntar, que una comisión de la Fiscalía de Santiago, se presentó ante la familia de la víctima y se comprometió a iniciar una investigación para esclarecer el trágico hecho.
En repudio de la acción policial, comunidades como La Reyna, en la parte baja de la ciudad Moca, al igual que muchas partes del municipio de Licey al Medio, Monte Adentro, y barrios de San Francisco de Macorís, están realizando distintas protestas y piden de las autoridades judiciales no dejar en el vacío el caso.
Autor: Hilariòn Isalguèz
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