Del mar, la arena blanca, las palmeras y los cocoteros, un paisaje celeste y luego anaranjado se forman inusitadamente como el idóneo se luce con la potencia del sol y la frescura del fulgor de las olas.
Aquella guarida perfecta para los sueños, la aventura y el placer de vivir las mejores fantasías sin necesidad de tener los ojos cerrados tiene nombre: Punta Cana. Es todo eso, y es más.
27 mayo 2010
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